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Tanto Vargas como Mayorga han carecido de rapidez en sus piernas, por lo tanto, no van a parecernos extraños moviéndose con más peso, sin embargo, podrían lucir un poco perezosos yendo a la ofensiva con tendencia a un mayor desgaste mientras la pelea avanza.
Prácticamente atrapado por la necesidad de ganar una buena bolsa y con la única salida inmediata de este combate, Mayorga no entró a discutir el brusco movimiento de la aguja de la báscula. Conociéndolo, hubiera admitido hasta fajarse en 200 libras.
Claro, él va a tratar de conseguir una mejoría económica, pese a estar conciente de lo difícil que es “torear” a King cuando no se tienen las riendas de la situación. Lo seguro es que la pelea va, a menos que Vargas no pueda llegar a las 168 libras y se quede muy arriba. Necesitado como el nica de conseguir “algo” lo más pronto posible y luego de advertir que se trata de su última pelea, Vargas tendrá que realizar un esfuerzo supremo, lo cual favorece a Mayorga por el debilitamiento muscular y la alteración nerviosa que eso implica.
El bravo pinolero debe sentirse liberado de presión durante la fase de adiestramiento en contraste con Vargas, que permanecerá muy preocupado por su control en la balanza mientras intenta conseguir la forma física requerida.
El grupo de King da por un hecho la pelea en la fecha señalada, después de esta necesaria modificación, pero en boxeo, sobre todo cuando se presentan dificultades que escapan a los controles regulares, no hay nada escrito.
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