Pese a los estragos provocados, no fue una victoria brillante de “El Chocolatito”, pero sí, clara, rotunda y con sólo una complicación en el segundo round. No todas las noches se pueden producir obras de arte, aunque ganar con autoridad tiene su merecimiento.
Más allá de expectativas que deseamos ver concretadas y fueron recortadas, fue una pelea tan inclinada a un solo lado, como el hundimiento de un barco. Eso sí, en el mencionado segundo asalto, el testarudo y estoico mejicano Javier “Maravilla”, peleador carente de poder, supo presionar y golpear. Por un momento, vimos a “El Chocolatito” en blanco y negro. En el resto del trayecto, los puños rápidos y dañinos del pinolero realizaron un trabajo de acribillamiento a sangre fría.
A ratos, González aceleraba con su adversario amarrado a la cola del caballo mostrándolo al público ansioso de disfrutar de otro nocaut, que estuvo próximo, pero nunca llegó.
En su largo calvario, el mejicano “Maravilla” cayó siete veces, pero siempre tuvo suficiente aliento para levantarse y responder, aunque terminaba por seguir ofreciéndose al martilleo incesante y casi siempre efectivo de un peleador que se caracteriza por su agresividad sostenida, sin dar tregua.
El nica se acomodó en la distancia rápidamente dominando el primer asalto y dejando la impresión de que podría simplificar el combate como todos lo deseábamos. Sin embargo, durante el arranque del segundo round, el mejicano mostró su mayor atrevimiento combinando sus manos y avanzando con repeticiones. González recibió golpes que fabricaron preocupación instantánea, pero regresó en el último minuto con disparos largos logrando asumir nuevamente la iniciativa, obligando a “Maravilla” a un necesario repliegue antes de sonar la campana.
“El Chocolatito” disipó cualquier duda derrumbando dos veces a “Maravilla” en el tercer round, y enviándolo nuevamente al piso con una derecha larga, veloz y con fractura de mandíbula en el cuarto.
A partir de ese momento, todos estuvieron atentos a la posibilidad de un desenlace espectacular en cualquier instante, lo que no ocurrió.
Una caída en el sexto, otra en el octavo y dos en el noveno, construyeron una diferencia en las tarjetas del ancho de un océano, en tanto el público se acercaba al territorio de la desesperación viendo alargarse el combate.
Tratándose de un púgil altamente valorado como simplificador, todos fueron a verlo noquear en una pelea de mantenimiento, pero “Maravilla” sobrevivió a todas las embestidas pese a que fue difícil tomarle fotografías de pie.
Con un desnivel tan evidente en habilidad y fortaleza, la actuación no fue brillante pese a los siete derrumbes provocados, pero el triunfo obviamente inobjetable.
Más allá de expectativas que deseamos ver concretadas y fueron recortadas, fue una pelea tan inclinada a un solo lado, como el hundimiento de un barco. Eso sí, en el mencionado segundo asalto, el testarudo y estoico mejicano Javier “Maravilla”, peleador carente de poder, supo presionar y golpear. Por un momento, vimos a “El Chocolatito” en blanco y negro. En el resto del trayecto, los puños rápidos y dañinos del pinolero realizaron un trabajo de acribillamiento a sangre fría.
A ratos, González aceleraba con su adversario amarrado a la cola del caballo mostrándolo al público ansioso de disfrutar de otro nocaut, que estuvo próximo, pero nunca llegó.
En su largo calvario, el mejicano “Maravilla” cayó siete veces, pero siempre tuvo suficiente aliento para levantarse y responder, aunque terminaba por seguir ofreciéndose al martilleo incesante y casi siempre efectivo de un peleador que se caracteriza por su agresividad sostenida, sin dar tregua.
El nica se acomodó en la distancia rápidamente dominando el primer asalto y dejando la impresión de que podría simplificar el combate como todos lo deseábamos. Sin embargo, durante el arranque del segundo round, el mejicano mostró su mayor atrevimiento combinando sus manos y avanzando con repeticiones. González recibió golpes que fabricaron preocupación instantánea, pero regresó en el último minuto con disparos largos logrando asumir nuevamente la iniciativa, obligando a “Maravilla” a un necesario repliegue antes de sonar la campana.
“El Chocolatito” disipó cualquier duda derrumbando dos veces a “Maravilla” en el tercer round, y enviándolo nuevamente al piso con una derecha larga, veloz y con fractura de mandíbula en el cuarto.
A partir de ese momento, todos estuvieron atentos a la posibilidad de un desenlace espectacular en cualquier instante, lo que no ocurrió.
Una caída en el sexto, otra en el octavo y dos en el noveno, construyeron una diferencia en las tarjetas del ancho de un océano, en tanto el público se acercaba al territorio de la desesperación viendo alargarse el combate.
Tratándose de un púgil altamente valorado como simplificador, todos fueron a verlo noquear en una pelea de mantenimiento, pero “Maravilla” sobrevivió a todas las embestidas pese a que fue difícil tomarle fotografías de pie.
Con un desnivel tan evidente en habilidad y fortaleza, la actuación no fue brillante pese a los siete derrumbes provocados, pero el triunfo obviamente inobjetable.
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