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domingo, 25 de noviembre de 2007

Vargas admite la derrota

Lo que empezó hace 20 años con una caminata de una hora de la casa de su madre en Oxnard del sur, al club de boxeo de La Colonia, terminó para Fernando Vargas el viernes por la noche en el Staples Center.

Simplemente que la carrera del boxeador no terminó de la manera que él quería con el temerario nicaragüense Ricardo Mayorga enviándolo al retiro, botándolo dos veces para ganar una brutal pelea de 12 rounds en el que ningún peleador pensaba en irse a la distancia.

“Absolutamente”, dijo Vargas después, “ésta era mi última pelea”.

Y ésta es una que él podía haber ganado, excepto por una caída en el round 11 cuando Mayorga, tres veces campeón del mundo, atrapó a un Vargas desbalanceado con una fuerte derecha, enviándolo a la lona por segunda vez.

“Yo debería haber jabeado más”, dijo Vargas. “Es un buen peleador. Por que si no, él no habría sido campeón del mundo. Esos eran los golpes de nocaut de destello. Pensaba que gané la pelea”.

“Pero no le voy a quitar méritos a Mayorga. Me derrotó. Fue el mejor esta noche”, el respeto pareció sincero. Aunque los dos hombres gastaron los últimos cuatro meses intercambiando insultos, con Mayorga poniendo en duda la virilidad de Vargas y Vargas desquitándose llamando a Mayorga “un peleador de la calle estúpido”, compartieron un abrazo afectuoso en una conferencia de prensa post pelea en el cual Joe Percora, el director ejecutivo de Vargas, llamó a Mayorga “un acto de clase”; ambos boxeadores prometieron una pelea física, y ellos la entregaron a domicilio, peleando en el medio del ring, encantando a la multitud. Quienes seguían a Vargas agitaban una bandera mexicana y se ponían de pie cada vez que la campana sonaba.

Luchando por algo llamado the WBC Continental Americas super-middleweight crown, Mayorga salió de su esquina e inmediatamente empezó a golpear a Vargas con una ráfaga salvaje de golpes, y finalmente enviándolo a la lona con 20 segundos por terminar el primer round.

Un excéntrico alborotador de 34 años con una boca fuerte y puños estruendosos, Mayorga (28-6-1) asombró otra vez a su adversario en el minuto de cierre del segundo round, antes de abrir un corte sobre el ojo izquierdo de Vargas con una dura derecha a comienzos del tercero.

Pero por el cuarto round, Mayorga, que fue abucheado vigorosamente cuando caminó hacia el ring llevando puesta una sonrisa de satisfacción encima de su bata de camuflaje y bermudas, estaba empezando a cansarse evidentemente, permitiendo que Vargas (26-5) fuera al ataque por primera vez.

Y pronto el impulso empezó a fluctuar.

“Vargas salió con un estilo diferente al que estaba esperando”, dijo Mayorga. “Me adapté bien y pude ser capaz de conseguir dar “ponchs” pesados. Estaba más rápido de lo que pensé. Pero perseveré con mi plan de juego y puse presión sobre él”.

Vargas robó una página del libro de Julio César Chávez, entrando en el ruedo llevando puesto un rosario debajo de una camisa de algodón de campesino, un sombrero inmenso y bermudas que reproducían la bandera mejicana. Pero también pesaba más de 170 libras --más de seis libras sobre lo que pesó el jueves.

Y él pareció blando y lento después de un retiro de 16 meses cuando Mayorga, además de cortar a Vargas encima del ojo, contuvo a su adversario con tiros sólidos al cuerpo.

Al final del séptimo round, la sangre se estaba derramando del corte y el ojo hinchado estaba empezando a cerrarse. Pero Vargas, cuya arma más grande ha sido siempre su corazón, no se retiró.

Lastimó a un cansado Mayorga con una dura derecha cerca del final del octavo round y el nica respondió amarrando a Vargas, parándose para que sonara la campana, entonces Vargas aprovechó para dar un puñetazo después de que la campana sonó.

Mayorga, regresando al ring por primera vez en 18 meses y peleando encima de las 158 libras por primera vez en su carrera, no estaba dispuesto a replegarse tampoco.

Rezagándose en dos de las tres tarjetas de los jueces después de 10 rounds, dejó sin sentido a Vargas con una derecha en los últimos segundos del 11vo asalto, enviándolo a la lona otra vez.

Sobre sus tarjetas de conteos finales, los jueces Trowbridge (114-112) y Max DeLuca (115-111) declararon la pelea para Mayorga, mientras David Mendoza lo decretó un empate (113-113).

Eso era suficiente para dar a Vargas (26-5), dos veces campeón del mundo, su tercera derrota consecutiva. Pero él realmente no ha sido el mismo peleador desde una derrota por nocaut en doce rounds brutales ante Félix Trinidad en el año 2000.

Él se unió con Roberto García Sr., su entrenador original, para la pelea, con la esperanza de que el saliera ganador el viernes. Mayorga volcó esos planes, pero no los planes para el retiro –él empezará con unos ahorros que podrían alcanzar unos $15 millones, dependiendo de los números de pague por ver. Mayorga espera conseguir la mitad de eso. Pero no está listo para retirarse.

“Quiero mantenerme peleando unas veces más en 154 libras”, dijo. “Tengo mucha pelea que realizar todavía.”

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